En abril de 2020, cuando la pandemia se propagaba por la ciudad de Nueva York, Morgan Goldsmith no soportaba ser solo una espectadora. Se vio obligada a ayudar.

Morgan y su mentora, Rebecca Paalman, directora de desarrollo estratégico, trabajaron en estrecha colaboración con los líderes de Stryker para desarrollar una política que les permitiera a los empleados con matrícula clínica trabajar en el campo con el apoyo de la empresa. Según la política de los EE. UU., los empleados que son profesionales de la salud con matrícula pueden tomarse una licencia con goce de sueldo y mantener sus beneficios médicos si deciden prestar servicio durante una crisis. La política tuvo una rápida aprobación y Morgan se dirigió a Nueva York.

Morgan fue voluntaria en el Ryan Larkin Field Hospital (RLFH), construido debajo de la cúpula con forma de burbuja del complejo deportivo de la Universidad de Columbia, como una extensión del hospital presbiteriano de Nueva York. Mientras estuvo allí, ella y un médico de operaciones especiales dirigieron un equipo de 12 trabajadores sanitarios voluntarios de todos los Estados Unidos. "La necesidad de médicos era mayor que nunca", dijo Morgan. "Como enfermera, sentí una responsabilidad moral de cuidar a los demás médicos y a sus pacientes".

Morgan brindó sus servicios en varios puestos en RLFH, en un espacio llamado la "burbuja". Allí, los médicos trataron a pacientes diagnosticados con el virus. En total, pasó cinco semanas en Nueva York y otras dos semanas en cuarentena. Mientras no estaba en su ciudad, la familia de Morgan en Stryker se comunicaba con ella con regularidad, enviándole mensajes de texto y llamadas telefónicas para alentarla. También apoyaron a su esposo y a sus dos hijos pequeños, que la animaban desde su casa en Cincinnati, Ohio. "Mi equipo fue increíble", dijo. "Son una de las razones por las que me encanta trabajar en Stryker".

"La necesidad de médicos era mayor que nunca. Como enfermera, sentí una responsabilidad moral de cuidar a los demás médicos y a sus pacientes".  

Morgan Goldsmith

En junio de 2020, Rebecca recibió la capacitación para ser en rastreadora de contactos en el Centro de Atención Primaria de Salud (PHCC) de Catar. Al día siguiente, estaba hablando por teléfono, recopilando la mayor cantidad de datos posible para prevenir y reducir la propagación del virus. Después de cada llamada, la información que obtenía se recopilaba en una base de datos para que el Ministerio de Salud Pública la usara a fin de que el equipo de campo local pudiera evaluarla de manera sistemática.

Día tras día, llamada tras llamada, Rebecca aprendió más sobre el virus y su epidemiología. La iniciativa de la que forma parte está aportando datos valiosos al Ministerio de Salud Pública, donde se espera que esto los acerque a controlar el virus. "En mi primer día de voluntariado en junio, los casos registrados fueron 1476", dice. "El número siguió aumentando con el paso de los días hasta llegar a 1891. Sin embargo, tenemos la esperanza de que, en Catar, haya comenzado a retroceder".

Hay pequeñas diferencias en la primera línea de la lucha contra la COVID-19 en todas partes. Para algunos, está en un hospital. Pero también se está realizando trabajo crítico desde otros lugares, como desde un teléfono. "Me siento muy privilegiada de haber sido parte del equipo de investigadores de casos de PHCC", dijo Rebecca. "En ocasiones, fue desgarrador. Pero se sintió bien tener un propósito durante la pandemia a nivel local, en Catar ".

"Se sintió bien tener un propósito durante la pandemia".  

Rebecca Gates

A fines de abril de 2020, Florian, un representante de ventas de nuestra división médica en la región de Baviera en Alemania, estaba de turno como socorrista voluntario en el Departamento de bomberos de Unterschleißheim, en el norte de Múnich. El departamento de bomberos recibe alrededor de 1000 llamadas al año. Seiscientas de ellas son llamadas médicas, y Florian estaba allí en el momento en que se recibió una.  

La llamada llegó a las 4:26 p. m. y era con respecto a una niña con una supuesta convulsión. "Llegué al lugar a las 4:29 p. m. y el hermano estaba esperando en la calle", dijo Florian. "Fui al tercer piso, donde la madre estaba realizando compresiones torácicas y haciéndole respiración boca a boca a su hija en la sala de estar". La niña de 12 años se estaba poniendo azul y tenía dificultad para respirar. Rápidamente, Florian preparó el DEA, un LIFEPAK CR2 con el que estaba equipado el automóvil del departamento. Al principio, tuvo una fibrilación ventricular que se terminó por un tiempo breve con las dos primeras descargas y se le dio fin con una tercera descarga de 360 julios. Después de dar estas descargas y más reanimación cardiopulmonar, la niña respiraba con regularidad y tenía pulso. Unas horas más tarde, la paciente se recuperó neurológicamente por completo.

Estos momentos son un recordatorio sólido de la responsabilidad y el honor que implica trabajar en la atención médica. "Esta historia es el mejor ejemplo del motivo por el que todos hacemos nuestro trabajo", dijo Florian. "Nosotros, como espectadores, socorristas, paramédicos, médicos y empleados de Stryker, brindamos soluciones que pueden salvar vidas".

"Nosotros, como espectadores, socorristas, paramédicos, médicos y empleados de Stryker, brindamos soluciones que pueden salvar vidas".  

Florian Schanderl

Oliver "Ollie" Forbes trabaja para el equipo de trauma de Stryker en Victoria, Australia como subgerente de territorio. Pero antes de eso, era paramédico. Como los casos de trauma se ralentizaron durante la pandemia, a Ollie le ofrecieron la oportunidad de reasignarlo como paramédico para ayudar a respaldar el sistema de salud y los servicios de emergencia.

"Cuando Stryker ofreció la oportunidad de volver a trabajar en la comunidad por un período de tiempo, me pareció que era lo moralmente correcto", dijo. Pero volver al puesto anterior no siempre fue fácil. "Recordé lo demandante que es el trabajo por turnos para el cuerpo", dijo Ollie. "Pero, después de algunos turnos, sentí que nunca me había ido. Estaba de vuelta".

Ollie sintió lo mismo que el resto de los paramédicos en todo el mundo: un mayor nivel de estrés y ansiedad. El EPP adicional hizo que la conexión personal fuera mucho más difícil. Las condiciones estaban en constante cambio, lo cual obligaba a todos los profesionales de la salud a adaptarse casi a diario. Pero, a pesar de las duras circunstancias, Ollie se sintió más conectado con los otros paramédicos, como si estuvieran todos juntos.

Además de una oportunidad de trabajo, la reincorporación también le dio a Ollie una perspectiva renovada. "Siempre tuve un gran aprecio por todos trabajadores de la salud de primera línea. Sin embargo, desde que regresé a la ambulancia durante el coronavirus, pensé en lo fundamental que es cada equipo en el departamento de emergencias de un hospital, en especial el personal de enfermería, los conserjes, el personal administrativo y de limpieza".

Además, Ollie compartió su punto de vista sobre la salud mental durante este momento desafiante: un mensaje para todos los trabajadores de atención médica. "Hay algo que noté en gran medida mientras trabajaba en la ambulancia: un mayor nivel de estrés y ansiedad en casi todos debido al coronavirus", dijo. "Es muy importante poner el bienestar mental propio en primer lugar. Insisto en que mis colegas no sientan vergüenza por admitir sentir más estrés o ansiedad durante este tiempo y busquen ayuda. Nadie debe sufrir jamás en silencio o solo. Juntos somos más fuertes".

"Desde que regresé a la ambulancia durante el coronavirus, pensé en lo fundamental que es cada equipo en el departamento de emergencias de un hospital, en especial el personal de enfermería, los conserjes, el personal administrativo y de limpieza".  

Oliver Forbes